Cuántos hemos escuchado que la motivación es fundamental en el desarrollo de un equipo de trabajo, o que el líder siempre debe de ser motivador. Pero, a pesar de que sabemos y conocemos herramientas para influir positivamente en los colaboradores, es importante, hay elementos personales que en ocasiones descuidamos.
Uno de ellos es creer en uno mismo. Es sabido que el líder es una imagen de cambio, qué a través de generar inspiración, puede impactar positivamente en la mente de sus colaboradores. Por ello es importante que el líder pueda creer en sus propias fortalezas, en la posición que juega dentro de la dinámica laboral, reconozca sus logros y pueda compartirlos con su equipo. El dominio, creencia personal y adecuada valoración interna, permitirá generar una imagen de credibilidad exterior.
Otro punto importante es tener metas claras y un propósito de vida. Este tema es un tanto complejo, ya que es importante que sepamos diferenciar entre tener metas y objetivos, que pueden ser materiales o tangibles; y el propósito de vida, que va más allá de lo tangible. Un propósito de vida se vuelve una práctica constante, una ejecución día con día de nuestras habilidades, creencias, experiencias, pasiones, etc.; pone en juego quiénes somos y hacia donde vamos. Cuando un líder sabe diferenciar entre ambas y le dedica su vida a ese propósito podrá compartir su sabiduría con el entorno. Su experiencia y la puesta en práctica de ello servirá como ejemplo para su equipo y las personas que le acompañan en su camino.
La imagen del líder
Finalmente, para este espacio, es importante señalar el cuidado personal. Este va más allá de la imagen física, que es fundamental claro; pero me refiero al compromiso con el cuidado de nosotros mismos en por lo menos cuatro aspectos importantes, salud física, salud emocional, salud laboral y salud espiritual. La primera la comprendemos como el cuidado de nuestro cuerpo, practicando ejercicio, buena alimentación y hábitos de cuidado. La salud emocional es dedicarles tiempo a nuestros pensamientos, sentimientos, emociones y saber cómo es que se manifiestan de manera consciente e inconsciente; y evidentemente, el impacto que generan con el entorno. La salud laboral es el bienestar en el desarrollo profesional, ser coherente con nuestras expectativas y nuestras capacidades, tener y generar un ambiente sano va de la mano con ello, igual que cumplir metas y tener un plan de crecimiento. Finalmente, lo espiritual, es aquello que le da estructura en nuestra vida diaria, un significado a lo que hacemos, disciplina para su ejecución y concordancia con nuestro estilo de vida.
En cada uno de los puntos anteriores habrá que profundizar, pero no dejemos de lado que la motivación partirá principalmente de factores internos que impulsan el movimiento y la acción. Tengamos en cuenta que un líder es un ser humano que guía con el ejemplo, y en esa concordancia, el líder también se emociona, sueña e imagina un futuro mejor.
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Enrique Gil. Líder de capacitación